miércoles, 26 de enero de 2011

Sobre Túnez y su, ahora sí, dictadura

Os dejo otro clarividente ejercicio de denuncia de las prácticas periodísticas que imperan actualmente, realizado por Pascual Serrano, en el que comenta cómo, en esta España nuestra, estupendamente bien informada siempre, acabamos de enterarnos de que en un país tan cercano como Túnez había una dictadura.

http://www.pascualserrano.net/noticias/bfpero-habia-una-dictadura-en-tunez

domingo, 16 de enero de 2011

UN AGUJERO EN EL SISTEMA

Hay que ver la que se ha liado recientemente con el escándalo de Wikileaks. Ya saben, lo de la filtración de documentos diplomáticos del Departamento de Estado Norteamericano, con los que hemos podido conocer qué es lo que piensan el gobierno yanqui y sus embajadas de todo el mundo respecto el resto de gobiernos. Ha habido para todos, o casi. Pero bueno. Tampoco es para tanto. A fin de cuentas, sólo se han revelado las impresiones que unos tienen sobre otros, ya está. Algo que, por otra parte, ya se podrían imaginar los propios afectados, los políticos sobre los que vertían los correspondientes calificativos los que realizaran los ya famosos informes. Sin embargo, hay que ver lo nervioso que se ha puesto el personal: los chinos bloqueando el sitio web de Wikileaks, senadores yanquis presionando a servidores de internet para que dejaran de albergar la página web Wikileaks, o directamente eliminarla de internet, algunas marcas de tarjetas de crédito y débito renunciando a que a través de sus tarjetas se hicieran donaciones a Wikileaks, y algunos ultras hasta pidiendo que se carguen a Julian Assange, por terrorista y toca huevos. Ahí, con un par.
Y tampoco lo que ha desvelado Wikileaks es tan grave como han querido hacer parecer los medios de comunicación. Otra cosa es que hubiera desvelado un plan de ataque secreto de EEUU sobre algún país latinoamericano molesto para sus intereses, como ya han planeado (y finalmente ejecutado) alguna que otra vez, o que desvelara la invasión yanqui de otro país en Oriente Próximo y Medio, o que la OPEP decidiera llevar a cabo una subida fuerte del precio del crudo, o que Pakistán se planteara lanzar un ataque nuclear a India, por ejemplo. Pero que va, nada de eso. Es más, el pasado verano vio luz pública un documento para mí más importante, y no se le hizo tanto caso. Me refiero a un video en el que se veía como un helicóptero de EEUU acribillaba a un grupo de personas en una calle de Bagdad, creyéndolas terroristas sin serlo (los soldaditos confundieron las cámaras de algunos de ellos, que eran periodistas, con armas).



Y sin embargo este asunto pasó casi desapercibido en los medios.
Entonces, ¿por qué tanto nerviosismo ahora? Más allá de lo que se ha filtrado recientemente, me parece que lo importante en todo este asunto no es qué es lo que se ha dicho, sino la manera de cómo se ha conseguido esa información. Eso es lo preocupante para los gobiernos y las grandes compañías de la comunicación mundial. Que creían que podían controlar toda la información (o desinformación, según se vea) que nos debiera de llegar. Y con Wikileaks se ha visto que no es así. Que hay disidentes. Un escape en el sistema, una grieta que tapar si no quieren que la gente empiece a conocer según qué cosas. Y a tapar la grieta se han puesto, como demuestra el que la justicia sueca ordenara hace pocas semanas el arresto del hasta ahora director de Wikileaks, Julian Assange, por supuestos cargos de violación y acoso. Es un aviso. Una manera de advertir a periodistas aventureros que se pasan de la raya con aquello que cuentan, de que hay asuntos que mejor no tocar, informaciones que mejor no revelar. Ese es el periodismo controlado que impera en la actualidad, el periodismo servil, modelado totalmente por el auténtico poder fáctico, el poder económico, según sus intereses, claro. Empezar a reconocer esta situación sería bueno para todos. Si lo hiciéramos, cuando los diferentes medios de comunicación nos vendieran gato por liebre, sabríamos al menos que lo que estamos comiendo es gato, y no liebre. Al menos no pareceríamos tan imbéciles, y eso ya es algo.